NO RENUNCIES A NADA QUE ENCIENDA EN VOS LA PASIÓN, A NADA QUE HAGA LATIR MUY FUERTE EN VOS TU CORAZÓN, QUE DESPIERTE EN VOS EL MÁS ELEVADO SENTIMIENTO DE AMOR.
AUNQUE FLUYA CONTRA CORRIENTE, AUNQUE DESAFÍE TODOS LOS MANDATOS, TODOS LOS PERMISOS OTORGADOS, TODAS LAS CONVENCIONES, TODO LO ESTABLECIDO, TODAS LAS MORALES ("¡TODAS!"), NO RENUNCIES JAMÁS, BAJO NINGÚN PUNTO DE VISTA, por más imposible que parezca el realizarlo o alcanzarlo. NO DESISTAS JAMÁS DE AQUELLO QUE AMÁS. NO RENUNCIES BAJO NINGÚN CONCEPTO, ANTE NINGUNA CIRCUNSTANCIA que se presente en el afuera, por más desalentadora que se muestre, NUNCA, JAMÁS RENUNCIES A LO QUE AMÁS, QUE NADA TE AMEDRANTE. PORQUE ESO QUE AMÁS ES EL REFLEJO DE LA VERDAD, ESA ES LA ORIENTACIÓN DEL ESPÍRITU EN TU CAMINO DE VIDA, SU GUÍA INDELEBLE, TU ORIGEN Y DESTINO, LO QUE SOS. Lo demás es humo, es implante, es condicionamiento, es manipulación, es proyección interna de miedo y culpa resultantes de una cultura y educación recibidas y adquiridas, es artificial y, por eso, "es falso y no se sostiene por sí mismo".
LA VERDAD NO PUEDE SER SINO "UNA", por lo tanto UNE, no separa. Lo demás es ideología, es límite, es frontera, induce a la fragmentación que trae confusión, división, separación, miedo, "todo el miedo", odio, resentimiento, y te vuelve "un eterno enemigo en tu propia guerra".
Ahora, SOS CONSCIENTE de esto y "SER CONSCIENTE" de esto "TE DEVUELVE EL PODER DE ELECCIÓN".




Llevamos dentro de nosotros el mismo impulso de vida que puja en cada criatura. Cuando el medio se muestra favorable, ese germen latente irrumpe en el mundo de las formas y con el ímpetu que el Espíritu le provee se abre paso y prospera en el acto creativo.

Educar no es "formar/ formatear", sino guiar, facilitar, favorecer, acompañar amablemente al otro en su "autodescubrimiento".





No es posible avizorar una nueva comprensión de la realidad desde la estatura de un viejo paradigma.
El miedo a lo nuevo coarta caminos. Sólo a partir de una apertura de conciencia es posible avanzar.


No sirve de nada el que saquemos a pasear la virgencita en un carro especial por las calles de la ciudad con escolta policial y las sirenas sonando a tope si en la próxima esquina vamos a insultarnos con el conductor del auto que demora el tránsito, o a discutir y pelear por defender la fanática primacía de nuestra ideología, o a juzgar y condenar el comportamiento de los otros sólo porque no se ajusta a nuestra conveniente escala de valores, o a alentar en nuestros hijos la competitividad que trae resentimiento y un sentido hondo de separatividad, o a consumir y, luego, defecar por doquier toda la basura mediática que denigra, opacando los maravillosos atributos potenciales que nos asisten como humanidad. No se trata de pedir auxilio a una estatua del tipo y representación que fuere "pasándole la pelota" cuando, en algún nivel de nuestra realidad, "las papas queman", sino de tomar conciencia y hacernos "plenamente responsables" por lo que acontece en nuestra vida, que no es más que la resultante de nuestro pensar/ sentir/ decir/ hacer a cada instante. No somos víctimas de nada ni de nadie más que de nuestras propias creaciones.

Si somos capaces de generar conflictos es que somos igualmente capaces de resolverlos y aprender una convivencia saludable, en principio, con nosotros mismos y, a partir de allí, con el universo entero.





Cuando la actitud de brindarse es clara y está en foco, cuando la disposición es plena y la conciencia nutre la fuerza de la voluntad que abraza desde adentro, no existe montaña suficientemente alta ni océano suficientemente amplio... ni gobierno suficientemente corrupto ni presupuesto suficientemente escaso que impidan al hombre llegar hasta la tierra fértil que es su hermano y sembrar.

(foto tomada de la web)






Abre tus alas porque el momento llegó. En tu vuelo está el mensaje que has de llevar por todo el Universo. No te demores más buscando a los maestros... Tu alma es, ahora, tu único mapa de ruta, tu corazón, el motor que te impulsará y tu alegría de vivir, la luz que encenderá las estrellas a tu paso...



Hubo tiempos remotos en que el humano, inquieto por indagar los misterios que el Universo a cada paso siembra, alzó su mirada oteando los confines. Allí donde su vista se perdía empalmaba, la imaginación retomando el vuelo. El silencio más absoluto de una noche perpetua sostuvo sus solitarias ansias por saber, por comprender, por conocer...



De poco sirve soñar con fantásticas y distantes realidades si, en tanto, se nos pasa desapercibida la magia en lo pequeño, el encantador misterio de lo minúsculo y próximo que nos acerca cada momento.



Para quien se otorga el permiso de levantar la mirada hacia lo alto, la bóveda celeste reserva el privilegio de un espectáculo tan magnífico como inspirador.
El cielo, como la Vida, está siempre a la vista. Sólo lo ve el que lo ve...



En un Universo pródigo que no conoce el desperdicio, sólo se priva de la excelencia de sus manjares quien, aún, no ha aprendido a comer a conciencia.



Qué adormecido, a veces, vive el humano, como sumido en trance hipnótico. Ha ido entrando, sin darse cuenta y de la mano de la costumbre, en una corriente de automatismos, de actitudes repetitivas que lo arriman siempre hacia las mismas orillas en donde las aguas se estancan y oscurecen y el aire pareciera desvitalizado, enrarecido. Así, retroalimenta circuitos que se suceden invariable, indefinidamente, que lo vuelven tan gris, tan previsible.
De pronto y contra todo pronóstico algo ocurre, una situación extraordinaria llega y se planta en su día desafiándolo a una nueva experiencia...

Algo de eso me sucedió una noche. En el pueblo donde vivía, a causa de fallas técnicas, el suministro de la corriente eléctrica llevaba ya cortado unas once horas. Mientras brilló el sol no se notó tanto, sobre todo al aire libre, pero a medida que fue disminuyendo la luz natural, empezó a ponerse interesante. Decidí, entonces, no recurrir ni a velas ni a ningún otro tipo de iluminación de emergencia y aventurarme a probar lo diferente. Primero fue una ducha a oscuras lo que me demandó una reorientación espacial, una necesidad de ajustar mi centro de equilibrio, un sensibilizar mis manos, el tacto, un descubrirme desde el toque de un modo, por lo menos, distinto, una exacerbación de las sensaciones. En resumen, una placentera variante de un evento cotidiano. Luego fue una cena improvisadísima. Los tiempos fueron otros, hubo una mayor compenetración con mis movimientos, casi como si estuviera creando una coreografía que, seguramente, nunca más volvería a repetir. Hasta fue todo un deleite dejar de lado tenedor y cuchillo y comer con las manos, palpando texturas, imaginando colores y matices a partir del reconocimiento de olores y sabores. Con poco, casi nada, estaba haciendo de ese momento, que era causante de enojo y fastidio para muchos, una fiesta para mis excitados sentidos. Me acosté enseguida vencida de cansancio, pero desperté a la madrugada por el breve parpadeo de una lámpara que había quedado encendida. Sentí el impulso de ir hacia la puerta ventana de la habitación. La abrí y salí por ella a una noche infinitamente enigmática y estrellada. Y allí me quedé, en contemplación, en silencio, sin autos, sin luces artificiales, sin bullicio de gente yendo y viniendo... No hubo palabras. Aunque las hubiese buscado, no las había, no estaban. Se esfumó la percepción del tiempo. Todo era vivencia en la oscuridad, comunión, intimidad, éxtasis.

Ante lo nuevo, cabe protestar, rehusarse o aceptar. Siempre trae, la Vida, una ocasión renovada, aún en lo diminuto, para quien decida salirse de la huella, abandonar las mortales rutinas, intentar nuevos caminos, aquilatar la experiencia que nos devuelve a la integridad.













Calandrias. 

Inquietas y pendencieras, le disparan sus picos a todo blanco móvil. De canto impostado y sostenido, es su metálico mantra una liturgia de veranos encendidos en medio de la nada.