"Abya Yala...”
... "tierra madura", "tierra viva", "tierra de sangre"...
La Luna, cuentan, estaba en fase media, e iría creciendo en luz... y dolor por el minuto de sombras que la humanidad estaba a punto de transitar. Dolor, humo y hedor. Luego, un silencio incomprensible, inconcebible, un adormecerse en la futilidad del ego, conquistador de su propia miseria.
Anclado en un instante presente del tiempo subjetivo, vuelve, ahora, esa experiencia vital, madura en consciencia. Vuelve a sanar la raíz de aquel tajo hondo en la carne emocional, vuelve trayendo el esclarecimiento del entendimiento aquilatado: Amor, fuerza cohesiva, origen, sustento y propósito primero y último de todo.
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