Digo yo que en su tornasol se conjugan todos los colores. Si acaso una diosa fuera, de la Brisa lo sería, sin dudas. He observado en silencio cómo el aire se inquieta cuando bate sus alas, cómo despierta el rumor de las aguas del río a su paso fugaz, cuánto el vecindario florido se alborota si repica su canto entre los dulces estambres que han de entregarle la deseada ambrosía.

También el alma en mí, a su roce, se estremece, inspirándole a esta humana la fugacidad de un verso ante la tibieza de su cercanía.




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