Pero el tiempo natural, el de los procesos no regidos por la voluntad del hombre, sino por la fuerza intrínseca de su naturaleza, es totalmente ajeno a cualquier manipulación y por eso no se ajusta ni se encuadra en nuestras convenientes agendas y almanaques, absolutamente despojados de la lógica de la Creación.
Tomar conciencia de esto, reconocer y recuperar ese ritmo, sincronizándonos con él, vuelve a ponernos en estado de sintonía con el Orden Mayor del Universo que pulsa en cada una de nuestras células.
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