Es la fugacidad del tiempo, tal como la experimenta el humano,
un privilegio a la vez que la causa de lamentos.
La belleza de cada instante es tan sutil y efímera
como el primer aliento que entrega una flor
amaneciendo a las caricias del rocío,
como ese primer rubor en las mejillas de la inocencia.
Si no se está allí, en cuerpo y alma, para impregnarse de ella
se esfuma,
se escurre como los suspiros del enamorado,
inasible...
un privilegio a la vez que la causa de lamentos.
La belleza de cada instante es tan sutil y efímera
como el primer aliento que entrega una flor
amaneciendo a las caricias del rocío,
como ese primer rubor en las mejillas de la inocencia.
Si no se está allí, en cuerpo y alma, para impregnarse de ella
se esfuma,
se escurre como los suspiros del enamorado,
inasible...
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