Aquietar las aguas mentales y emocionales para transparentarlas.
Mirar a través de ellas, hacer contacto con nuestro propósito más genuino, reconocernos en él y dejar que tal certeza reverbere en nuestro ser.
Lo que sigue será el asombro al contemplar cómo el Universo crea la matriz y pone en curso esa realidad para nosotros.
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