Hacia el silencio me vuelvo.
Hay en mí una íntima necesidad de ver aquello que mis ojos no me pueden mostrar.
Sigilosa, voy adentro. Profundo…, profundo hacia adentro. Hasta allí donde habito, donde la serenidad es imperturbable, donde no hay distracciones y todo se vuelve a la luz.
Contemplando mi propio rostro sin forma, pura Presencia, permanezco sintiendo, sintiéndome.
Me desnudo y trascendiendo mi piel para arder como estrella en el cuerpo mismo del Universo que soy, me vuelvo infinita y eterna.
Acariciada, acunada en el Amor …
bella tu poesía, inspiradora.
ResponderEliminarGracias, Paulo...
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