Decir que sí o que no en un acto de complacencia hacia terceros, forzarse a adoptar conductas y actitudes para cuadrar con las expectativas ajenas que se tienen sobre nosotros no es la manera más saludable de establecer y cultivar vínculos. Si montamos todo este aparataje para que nos demuestren interés o afecto, quizá sea probable que estemos necesitando revisar algunas cuestiones.
El surtidor, la fuente que nos provee de todo lo “indispensable” para transitar la experiencia de la vida, siempre, pero SIEMPRE es “interna” y, justamente, por eso suministra lo INDISPENSABLE (lo “no dispensable”), pues es esto imposible de ser obtenido en el afuera.
Si comprendemos y comprobamos en la práctica esta realidad, dejamos naturalmente de buscar en el exterior lo que mora dentro. Cuando nos sometemos, por más sutil que sea el intento, dejamos instantáneamente de ser espontáneos y, en consecuencia, de ser auténticos. Al esmeramos en agradar, nos estamos perdiendo en las borrascas de una tempestad interior que, tarde o temprano, dejará un náufrago arrojado a las orillas de nuestras desoladas playas, y no es necesario que explique quién es esa víctima.
En cualquier caso, alinear el “sentir-pensar-decir-actuar” con nuestra “intención más profunda” será el modo más sabio por amoroso de acompañarnos en el propio proceso.
(foto tomada de la web)
El surtidor, la fuente que nos provee de todo lo “indispensable” para transitar la experiencia de la vida, siempre, pero SIEMPRE es “interna” y, justamente, por eso suministra lo INDISPENSABLE (lo “no dispensable”), pues es esto imposible de ser obtenido en el afuera.
Si comprendemos y comprobamos en la práctica esta realidad, dejamos naturalmente de buscar en el exterior lo que mora dentro. Cuando nos sometemos, por más sutil que sea el intento, dejamos instantáneamente de ser espontáneos y, en consecuencia, de ser auténticos. Al esmeramos en agradar, nos estamos perdiendo en las borrascas de una tempestad interior que, tarde o temprano, dejará un náufrago arrojado a las orillas de nuestras desoladas playas, y no es necesario que explique quién es esa víctima.
En cualquier caso, alinear el “sentir-pensar-decir-actuar” con nuestra “intención más profunda” será el modo más sabio por amoroso de acompañarnos en el propio proceso.
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