Al respecto y en virtud de un virus, de nada sirve que nos inoculen con el preparado que fuere si, en tanto, seguimos sosteniendo, a diario, CONDUCTAS TÓXICAS, PERNICIOSAS, DECADENTES, que atentan contra nuestra coherencia interna, mientras van “MATÁNDONOS EN CUOTAS Y A FUEGO LENTO”: ESO que consumimos y nos envenena, ESO que pensamos y nos denigra, ESO que sentimos y nos frustra, nos atemoriza y anestesia, haciéndonos perder de vista el propósito trascendente de la existencia.
NADA HAY que PUEDA SUPLIR el “ORDEN NATURAL”, NADA, ni siquiera una vacuna, que no es más que un paliativo. Es imprescindible tener esto en cuenta. Recibirla y, tras hacerlo, ufanarse pensando haber vencido al “demonio tan temido” es, como poco, una ostentación de necedad, de comodidad, un no querer ver más que lo que ciertos intereses creados nos muestran, un atarnos al autoengaño, un hacer “la gran avestruz”, escondiendo, por enésima vez, la cabeza…
Como corolario, dejo aquí esta sentencia popular, actualizada según mi perspectiva:
“no hay mal que dure cien años ni INCONSCIENCIA que lo resista”.
(imagen tomada de la web)
“no hay mal que dure cien años ni INCONSCIENCIA que lo resista”.
(imagen tomada de la web)
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