Con la fuerza de mil soles
la noche ardía.
Así, sopló el alma en mí 
su melodía.
Guirnaldas de luciérnagas
prendió en mi pelo.
De la mano de mi niña
alzaban vuelo.
Se asomó a mi boca,
inspiradora,
y encendió las palabras…
que digo ahora:

“ … Aprende del arroyo
a fluir sin brumas
y que tus manos se vuelvan
como su espuma.
De la tierra toma
lo que te ofrece,
ve en su fruto maduro
lo que florece.
Te recordará el aire
la transparencia,
incontenible tu aliento
como su esencia.
En la danza del fuego
hallarás carisma.
La pasión con que abraza
serás tú misma.
Agradece a esos Maestros
las enseñanzas.
Te han moldeado perfecta,
a su semejanza.
Y, en el punto crucial
de tus coordenadas,
brillará un lucero
cada alborada … “





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