La razón ha bajado a templarse en las cálidas llamas del corazón. Como en un cristal, se ha mirado en ellas y, al hacerlo, ha visto resplandecer en su propio reflejo un fulgor tal que la sumiera en profundo embeleso. Ha encontrado, finalmente, el cauce de su río dirección y propósito, el sentido profundo de la existencia que en el mundo de los humanos, ha oído, llaman Amor. El corazón contempla complacido la escena y es entonces que, abriéndose paso hacia los labios, se pronuncia al aire y echa en vuelo la palabras como sutiles mariposas llevando el mensaje perdurable de la Vida...




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