Hay un decir inaudible, un diálogo unificado, una fusión cristalina cuando los humanos, desde su centro cordial, se abren en un simbólico abrazo. Y en esa cercanía de corazones pulsando, el soplo que alimenta y nutre de vida a cada criatura se expande abarcándolo todo, trasponiendo la ilusión que nos muestra fragmentados.
¿Acaso no es desde la conciencia clara de que la existencia es Una por Esencia desde donde se trasponen las lindes que los credos establecen y se superan y trascienden las diferencias que han puesto al hombre tras las propias rejas forjadas?

Un rincón, en un patio de alguna entrañable casona impregnada de aromas y matices, de luces cálidas y auspiciosas. La simpleza desplegada en la charla franca y amable. De pronto, el silencio se instaura desde la escucha atenta y sensible. Y un destello del Alma madura en Poesía y vuelve eterna la fugacidad del instante en que las palabras se echan a vuelo... como mariposas.




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