Verdes praderas, siempre primavera. En danza eterna, Vida, trocas, tiñes, truenas tu paleta de acuarelas impecables y salpicas sueños siderales, como caricias, a la tierra. Amor es la cifra que sumas en la inagotable cuenta de los días y las noches y los nuevos días y es, tu silenciosa melodía, brisa de los permanentes devenires. No hubo ni habrá poeta alguno que atrape tu esencia en sus rimas por ser, tú, indefiniblemente simple, escurriéndote entre los suspiros y afanes de su pluma. 
Al torrente inextinguible que es tu insondable cauce, gustosa me entrego y me vuelvo una contigo en tus manos vibrantes.






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