La humana envoltura es paisaje donde se conjugan el cielo y el infierno, volviéndose, así, escenario de cada historia. Tan inquietantes las alturas como las profundidades, deviene en arte el aprender a vislumbrar la línea media y, dese allí, trazar, paso a paso, la senda. Ni bueno ni malo. Como el árbol que, enterrando sus raíces, busca la negrura de lo hondo para dar arraigo y sustento a esa parte de sí que intuye la gloria del espíritu, tal, se planta la humana criatura en este mundo, en esta tierra, emergiendo desde las ardientes bases, y no hay juicio en ello. Y es, el núcleo, cordial arco y caldero de la alquimia donde rojo y azul se funden e integran para dar a la luz el indefinible color de la esencia de la Vida.








No hay comentarios:

Publicar un comentario