Hubo tiempos remotos en que el humano, inquieto por indagar los misterios que el Universo a cada paso siembra, alzó su mirada oteando los confines. Allí donde su vista se perdía empalmaba, la imaginación retomando el vuelo. El silencio más absoluto de una noche perpetua sostuvo sus solitarias ansias por saber, por comprender, por conocer...



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