Suele usarse, con bastante frecuencia, la expresión "genio" para aludir a esas personas que, por sus virtudes, descollan en determinados ámbitos de la humana expresión sensible- intelectual. La tendencia es quedar fascinados ante sus capacidades e, inmediatamente, la de construir pedestales para ellos y adorarlos, casi, como si fueran superhumanos, hasta convertirlos en un mito viviente. De esta actitud, en algunos casos, devienen el fanatismo y la idolatría, con el consecuente deslumbramiento ciego y hueco. Por detrás, en muchos otros, ocurre o bien la emulación de los que se esfuerzan por copiarlos o, simplemente, la mera actitud pasiva de encandilamiento.

Algo muy cierto, por evidente, es que no se ven los luceros en el cielo cuando el Sol ilumina sobre nuestras cabezas. Y, sin dejar de ser formidable y colosal "a nuestra perspectiva", con todo, el astro Febo es "una", no "la única" estrella.
Siendo Una la Luz de la Esencia- Espíritu que nos anima, somos particulares y peculiares cada uno de los diamantes humanos que la traducimos en colores y destellos. No hay, entre nosotros, dos iguales, ahí, la rica y singular belleza de la diversidad, la exquisita perfección de la Creadora.
Es el "asumir la propia impronta", nuestro estilo único, lo que "despeja el camino para que nuestros talentos se hagan manifiestos".

Ser GENuInOs para que el GENIO se revele.




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