Cuando, como humanidad, comencemos a desmantelar la memoria guerrera del ego ancestral, cuando comprendamos que el único enemigo que nos amenaza vive dentro nuestro, que todo lo que necesita ese niño herido y asustado que somos es entregar su dolor para sanar en el amor, entonces, floreceremos como las plantas, desperezando espontánea y naturalmente el germen de la vida que portamos, a la luz de la Consciencia que irradia como un Sol.

(foto tomada de la web)




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