Mientras ejecutamos nuestras rutinas ordinarias, en tanto jugamos nuestras pequeñas grandes historias inmediatas, allí afuera, hay un aspecto de la misma realidad que nos abraza, aún no integrado a nuestra consciencia.

Si saliéramos de nuestros cuerpos por unos instantes, si trascendiéramos la densidad de nuestra mente convencional y, en alas de una visión superior, tomáramos la suficiente distancia como para trasponer los límites de nuestro planeta y, todavía, los de la atmósfera que lo resguarda como un manto, tomando una posición fuera de su órbita, podríamos observar, en este preciso momento, la danza que está teniendo lugar entre los cuerpos celestes.

En el silencio del cosmos, seres de proporciones astronómicas, como los humanos, igualmente vivos y conscientes (a su modo), están interactuando y nosotros, a pesar de nuestra ignorancia al respecto, junto con ellos.
He aquí la justa visión que provee la perspectiva necesaria para discernir nuestro sitio en la macro historia del Universo.

(foto tomada de la web)







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