Sentenciar a otros a partir de una escala de valores que siempre es propia y subjetiva y que está elaborada con el conjunto de todas nuestras creencias, prejuicios, experiencias personales, condicionamientos culturales, etc., es una conducta que nos vuelve parciales, acotados en nuestra capacidad de percibir la realidad y de interactuar con los otros, nos obnubila y enceguece, en vez de traer claridad y comprensión a nosotros.

Ante una ofensa, un acto de violencia, poniendo un caso extremo, lo que cabe es "la acción correcta", esa que resuelve y trae alivio sin lastimar ni vituperar.
Detrás de cada humano, hay una historia de vida que merece ser escuchada, comenzando por la nuestra.

(foto tomada de la web)




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