El hábito de sostener hábitos y alimentarlos a lo largo de nuestras vidas nos va marchitando lentamente y hace que perdamos de vista nuestra capacidad de asombro. La costumbre va desluciendo los colores del universo que nos rodea y contiene hasta dejarlo caer en la cuenta del olvido. A medida que declinamos la mirada vamos perdiendo la perspectiva de nuestro hogar y cuerpo sideral, el Cosmos, en tanto nos autoencapsulamos en una realidad tan artificial como ajena a nuestra propia naturaleza.

Tan cercano aún en lo lejano, el Sol, centro y núcleo de nuestro sistema solar, rige no sólo nuestras vidas y la de la Tierra, sino la de una cantidad de otros cuerpos celestes llamados planetas. Próximos en lo distante danzamos, como familia, una existencia que transcurre en un tiempo sin medidas…

(foto tomada por la SDO (Solar Dynamics Observatory de la NASA).




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