La pluma, pronta, aguarda las palabras que aún no salen. Se han quedado prendidas quién sabe en qué rincón del alma al resguardo de algún recuerdo de lo no vivido, de lo no gozado, de lo nunca sufrido, esperando lo eterno.
La pluma cae sobre el papel y ya no aguarda pues ha comprendido el inexplicable recogimiento que aletarga el crepúsculo interno.
La pluma queda en silencio y vuela hacia el infinito ser que hay dentro mío; vuela en busca del ideal supremo, magnífica existencia, incontenible anhelo de amor perfecto, sumo de vida inextinguible, esencia del don primero.


Una pluma sobre el alma y se sueltan las palabras ... en silencio...




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